La Paradoja del Amor
Si buscamos llenar el vacío de nuestra propia soledad al buscar el amor de los demás, inevitablemente no encontraremos consuelo sino solo una desolación más profunda. En otras palabras, si buscamos el amor que necesitamos, nunca lo encontraremos.
Cuando una persona orienta su vida hacia la satisfacción de sus propias necesidades, cuando sale a buscar el amor que necesita, es básicamente egocéntrico, por muy lamentable que sea. Mientras se concentre en sí mismo, su capacidad de amar siempre permanecerá atrofiada.
Entonces, cual es la solución?
Si una persona no busca recibir amor, sino más bien darlo sin ataduras, se volverá digno de ser amado y, con toda seguridad, los demás al final lo amarán.
Debemos dejar de preocuparnos por nosotros mismos y empezar a preocuparnos por los demás. Comenzar con el fin en mente, que enfoca los resultados del acto de amar a los demás sin preocuparse por la ganancia personal, es el primer paso para obtener amor y aliviar el dolor de la soledad.
Cada persona en la tierra tiene alguna capacidad de amar.
Todos tenemos cierta capacidad para centrar la atención en las necesidades y preocupaciones de los demás. En la medida en que estemos dispuestos a dar, si podemos recibir esa cantidad de amor de los demás.
Decidir amar a los demás sin condiciones es como una donación (no esperamos nada a cambio, ni siquiera un ego satisfecho o una culpa aliviada), no un trueque.
Cuando les preguntamos a los demás: "¿Qué has hecho por mí?" hemos fallado en amar.
Aunque al principio solo puedas amar poco, serás amado poco. Ese mismo amor te permitirá crecer y producir más amor y, a cambio, recibirás más amor de los demás.
Pero recuerde siempre que al hacer esta autodonación o autosacrificio, nuestras mentes siempre deben estar enfocadas lejos de nosotros mismos o no funcionará.




Comentarios
Publicar un comentario